El nuevo álbum de Kerala Dust, "Violet Drive", es un disco profundamente influenciado por su entorno. La banda, formada en Londres en 2016, tiene ahora su base entre Berlín y Zúrich, y los tres británicos -Edmund Kenny a la voz y la electrónica, el teclista Harvey Grant y el guitarrista Lawrence Howarth- han creado un álbum profundamente europeo que se mueve entre el pasado y el futuro.

Formado a partir de un creciente amor por la música electrónica mezclado con una historia en bandas indie, Edmund comenzó la banda en un momento en que hacer música electrónica en un ordenador portátil "parecía lo más sensato". Y añade: "Me gustaba mucho la música de club y solía ir mucho a Fabric y Corsica Studios. Me enganchó la repetición interminable de toda esa música y la forma en que, al repetirse incesantemente, las cosas se despliegan sobre ti y casi se convierte en una especie de mantra extraño, que te deja en un espacio mental claro". Estos elementos hipnóticos son una fuerza definitoria de Kerala Dust, cuya música incorpora blues y americana mezclados de forma emocionante con ritmos electrónicos poco tradicionales. Tras tocar en clubes de todo el mundo durante los tres años posteriores a su formación, perfeccionaron un espectáculo en directo algo improvisado y siempre fluido que liberó sus canciones de los grilletes de sus formas grabadas y sentó las bases para una banda decidida a romper moldes y seguir reescribiendo su propio guión.

Mientras publicaban su álbum de debut "Light, West" a finales de 2020, la banda se sumergía en Berlín y dejaba que su profunda historia y sus paisajes influyeran en su próximo movimiento. Durante el encierro, Edmund se hizo amigo del director de cine Greg Blakey y se pasaba el día recorriendo calles desiertas y viejos edificios abandonados (con la ayuda de una página web dedicada a identificarlos, y la dificultad de acceder a cada uno de ellos). "Hay una riqueza y una extrañeza en la historia de Berlín, y en cuánta gente ha ocupado este espacio en los últimos 80 años", dice. "Crecí con la historia británica, pero aquí hay una sensibilidad muy diferente. En Gran Bretaña nos dicen que las batallas y las victorias del imperio son algo victorioso, aunque se desmoronara y gran parte de su historia sea bastante vergonzosa. Hay un profundo sentimiento de orgullo por estas cosas, mientras que los alemanes en la escuela se impregnan de una intensa y profunda vergüenza por ellas.

"Estos restos están ahí parados", añade. "Restos del muro en medio de la ciudad, antiguas autopistas construidas por los nazis, todas estas cosas que se han dejado pudrir porque son bastante vergonzosas. Todos tienen un peso histórico que no fue hace mucho tiempo, y recorrerlos y observarlos influyó mucho en el sonido del disco".

En una ruptura con las formas de trabajar del pasado, las canciones de "Violet Drive" se construyeron a partir de la batería, y esta percusión realmente asombrosa y alocada define el álbum; en consonancia con las inspiraciones del disco, a menudo suenan como un grito de guerra. Grabado en dos semanas en un estudio situado en los Alpes, a las afueras de Zúrich, por Till Ostendarp, el potente ritmo de fondo proporciona el marco sobre el que rebotan las letras y la instrumentación del álbum (destellos de guitarras blues y sintetizadores woozy, la voz deliciosamente profunda y almibarada de Edmund), que dan cuerpo a las canciones. "Antes escribía de una forma bastante americana", explica, "y este disco tiene influencias mucho más centroeuropeas", con las leyendas alemanas de Can como punto de referencia constante.

El universo que habita el álbum también se va ampliando poco a poco con los vídeos musicales que lo acompañan, que se han rodado en Berlín y más allá, y se sienten interconectados con la historia europea. Por ejemplo, el vídeo de "Pulse VI", rodado en un puente de autopista abandonado que formó parte del muro entre Berlín Oriental y Occidental durante la Guerra Fría. Los futuros vídeos también se han rodado en un aeródromo abandonado que solía ser un cuartel soviético y en una antigua fábrica de transformadores de Berlín Este, respectivamente. "Nos hemos inspirado en una historia europea más rica y en las divisiones entre el Este y el Oeste", reflexiona Edmund sobre la inspiración del álbum.

Para los europeos, dice Edmund, Londres ha "salido un poco del radar", con el mayor sentido de interconexión en el continente ahora más evidente en un mundo post-Brexit, especialmente para los británicos que viven en el extranjero. El año pasado fuimos a Praga, Budapest y Varsovia en una gira europea. Sentimos una interconexión real entre estas ciudades, una identidad europea global y un sentimiento de cultura compartida." Como resultado, "Violet Drive" se convirtió en "un disco muy, muy europeo".

El sentido de cuestionar la sabiduría percibida en torno a la historia británica y europea está en el corazón de la fantástica y monumental 'Violet Drive', y Edmund se fijó en la obra maestra de PJ Harvey de 2011 'Let England Shake' para inspirarse en cómo aborda estas cuestiones espinosas. "Es melancólico, pero también tiene una decisión sobre cómo ver la historia", dice sobre el álbum. "Hay una inseguridad ahí".

Para él, y a lo largo de todo 'Violet Drive', la nostalgia se convierte en la cura para esta inseguridad. "Puedes agarrarte a la inquietud de mirar atrás de alguna manera, y al mismo tiempo mirar hacia el futuro", dice el cantante. En el tema 'Future Visions', la batería ancla la canción, mientras el bajo oscilante se arremolina entre ella y sirve para echar un vistazo al futuro, con la batería y el Mellotron de los 60 haciendo guiños al pasado. Es una dualidad que define el álbum y forma el emocionante corazón palpitante de Kerala Dust.

Kerala Dust

Biografía